¿HAY UN CAMINO...?


... de la Red
 
 
            Coge mi mano y sígueme. Hay un camino que arranca desde el punto en el que nos hallamos y no parece conducir a ninguna parte.

            ¿Por qué hemos de pensar que todo camino ha de llevarnos siempre a algún sitio? ¿Y si nos encontrásemos dentro de un laberinto que se abre y se cierra sobre sí mismo? ¿De qué camino estaríamos hablando? Y, en todo caso, ¿hacia dónde nos llevaría? ¿Tal vez hacia nosotros mismos? ¿Es ese el camino que tenemos que recorrer una y otra vez a lo largo de toda nuestra vida?

            No lo sé con certeza; y por lo tanto, no puedo otorgar a dicho pensamiento carta definitiva de veracidad. Pero lo cierto es que tengo la sospecha de que tal hipótesis puede ser verdad, si es que hacemos caso a los dictados de nuestro sensible  corazón. ¿Es el ser humano entonces una absurda quimera inventada por el aparato mental de la consciencia? Porque..., ¿quiénes somos realmente?

            No hay al respecto una respuesta inequívoca, pues desde la posición interna que ocupamos -entendida como un imperativo vital- no podemos verificar externamente la certeza de nuestras propias convicciones: no somos más que una ficción de ficciones que se enroca sobre sí misma. ¿O acaso hay algún tipo de evidencia que pueda asegurarnos lo contrario? No lo creo; ni veo manera alguna que pueda convencerme de la postura contraria a la que ahora mismo sostengo.

            Si nos encontramos dentro de nosotros mismos, y nos sentimos partícipe de dicha experiencia, estamos condenados por naturaleza a asumir que deambulamos por un enigmático laberinto que nos define de una única manera posible: la indeterminación de lo que al parecer somos. No existen puntos cardinales fijos por medio de los cuales podamos regirnos y orientarnos. En cualquier caso, somos nosotros los que los vamos creando paso a paso, constituyendo una esencia plena de relatividades que se inventa y reinventa constantemente; que conforma una suerte de círculos concéntricos enredados en espiral sobre sí mismos, que nos hacen evolucionar sin objetivos claros que permitan verificar que caminamos en la buena dirección. Es evidente que estamos inmersos en un laberinto, dentro de otro laberinto, dentro de otro laberinto... Y así sucesivamente.

            Por todo ello considero que lo más sensato es suscribir lo que ya en su día nos enseñara en clave poética Don Antonio Machado:

            "Caminante no hay camino: se hace camino al andar. Y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar..."

            Te propongo pues que cojas mi mano y me sigas. Como ya te he dicho antes, hay un camino que arranca desde el punto en el que nos hallamos y no parece conducir a ninguna parte. ¿Quién puede probar lo contrario empleando argumentos lógicos?

 
               (J.L. Pacheco)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Comentarios

Entradas populares