EL DENOMINADO "PROBLEMA DURO" DE LA CONSCIENCIA
... de la Red |
Hasta donde
alcanzo a comprender, el denominado "problema duro" acerca de lo que
la consciencia sea, sigue hoy en día pendiente de resolución. A menos, que
algún científico sabio lo haya descubierto, pero no quiera compartirlo con
nadie y por eso no lo publique. ¿Quién se atrevería a cometer tal necedad?
Aunque visto lo visto, tal vez puedan existir razones para obrar así que
escapan a nuestra propia razón. Cosas más extrañas suceden en este Mundo.
Bromas
aparte, y sea como fuere, la cuestión aparece aún irresoluta, a pesar de todos
los argumentos que se vienen dando desde las posiciones
materialista-fisicalistas de la Filosofía y las Neurociencias; pues bien
sabemos que la solución a un problema suele desbordar o ampliar el marco en que
se asienta su hipotético planteamiento. Como debemos recordar aquí: "en
una definición, lo que se pretende definir, no puede aparecer reflejado en la
propia definición". ¿Y por qué digo esto y creo además que la cosa es
bastante peliaguda? Entremos en harinas.
Para mí la
consciencia es un contenedor virtual sellado de alguna manera, como, por
ejemplo (empleando un símil aproximado), la famosa "caja negra" que
la psicología conductista quiso hacernos creer que era el receptáculo de la
mente humana. Ya sabemos que los conductistas erraron al afirmar tal cosa, pero
de alguna manera pusieron en entredicho la posibilidad de acceder a la
consciencia humana. Intentaron convencernos de que era posible manejarla con un
elemental juego de E-R, una sencilla (no tan sencilla, por supuesto) ecuación,
desde cuya entrada, administrando diferentes valores, obtendríamos
automáticamente los resultados que esperábamos conseguir al diseñar la
experiencia. Según lo dicho (me atrevo a exagerar), si quisiésemos, podríamos
fabricar de la nada a un santo o a un criminal. No es así, y hoy la neurociencia,
unida a otras ramas de la investigación científica, va camino de hallar una
respuesta para un enigma que desde el inicio de la propuesta de John Watson nos
ha llevado más de un siglo desentrañar, aunque solo sea a medias. Se trata en
esencia de un problema complejo, diríamos en todo caso, "más
previsible", que el asunto que nos ocupa. Cómo funciona el cerebro
humano es cosa bien distinta a qué es la
consciencia.
Entonces,
¿qué hay del denominado problema duro de la psique humana?
De acuerdo
con lo expresado, entiendo que no puede resolverse desde dentro del propio
contenedor (la consciencia individual) en el que se aloja. Estaríamos, a mi
modo de ver (haciendo un salto circense), en un presupuesto parecido a lo ya
comentado en relación con "lo definido" y la "definición".
Si el marco no puede ampliarse, ¿cómo vamos a encontrar una solución al
problema que nos preocupa? ¿Y de qué modo lo lograríamos si nosotros somos, al
mismo tiempo, juez y parte en la cuestión? Tendría que ser un juez imparcial
(continuando con el símil empleado) el que pudiera dar una respuesta plausible
a ese endiablado enigma; pero ello no es posible porque todos los jueces son
seres dotados de consciencia, sujetos de sí mismos, y por tanto, no objetivos,
ni neutrales. Nuestro campo de existencia, el campo en que todos estamos
inmersos, no es otro que el de la propia consciencia vivimos clausurados. ¿Y
qué hay del Mundo exterior? ¿Acaso podemos verlo como algo neutro e
independiente a nuestra psique, algo absolutamente descontaminado de lo que
somos por naturaleza?
Como vemos,
el círculo vuelve a cerrarse sobre el mismo sujeto que lo piensa y cuestiona:
"That´s the question". Luego, entonces..., qué hacer si somos seres
circulares existiendo dentro de nuestra propia vaina mental.
Tendríamos
que plantearnos la hipótesis, por demás admitidas por algunos científicos de
los campos de la Física y la Neurología, que apuntan en el sentido de que la
solución al problema no sería precisamente de tipo local (digamos dentro del
cerebro del sujeto) sino "no local", un fenómeno que desbordaría la
psique humana insertándose cuánticamente en una matriz energética de carácter
universal. Podríamos decir, que a través del colapso onda-partícula (dentro de
un campo unificado), al menos, mientras estamos vivos, nos sincronizamos de
alguna forma no explicada con el Universo entero. Nos comunicaríamos en una
doble ruta de entrada-salida generando ideas
y emociones-sentimientos con los
cuales procesar y reprocesar el Mundo material, siendo nuestro cerebro la
maquina catalizadora de la experiencia humana: es obvio, que no podemos prescindir
de él, pero tendríamos que convenir (una vez aceptada dicha premisa) que somos
mucho más que éste. O, dicho de otra forma: la complejidad cerebral parece que
no puede explicar por sí sola la emergencia de la mente autoconsciente.
Participan
de dicha tesis, por citar algunos reconocidos filósofos y científicos, los
siguientes: Kart Popper, David Chalmers, John Eccles, Roger Penrose y Stuart
Hameroff. Y, por supuesto, son contestados por otros de la talla de John
Searle, Daniel Dennett, Rodolfo Llinás y Mario Bunge, entre otros.
Ante esta
situación de teóricos divididos entre monistas-dualistas, o si se quiere,
materialistas-espiritualistas, que cada cual adopte la postura (está en su
derecho) que mejor crea que explica su realidad como sujeto pensante. Yo,
humildemente, me quedo con la primera opción.
Blog: "Papel en Blanco" (J.L. Pacheco)
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